¡saludos mis amigos! hoy comparto con ustedes un nuevo espacio dentro de mi blog, en el que compartiré con ustedes un poco de literatura de mi propia autoridad, hoy les presento mi primera obra para compartir con ustedes, apostando un poco a la crónica, espero y les guste.
Dos Ponchados en Tres Strikes
El sol ya dijo “¡estoy
aquí!”, amaneció y en casa de Andrés, al sur, se estaba preparando todo para ir
al Polideportivo, lugar donde tendrá un juego de béisbol contra el equipo que
dirige un hombre a quien le ha hecho su carrera deportiva difícil, Baion.
El profesor Baion, es una
persona cuestionada por el resto de los equipos de la Liga de Béisbol, ya que hace
trampas, sobornos y sobre todo, trata muy mal a los niños, tanto así, que el
docente tiene varias denuncias y estas no proceden porque, así lo afirman los
representantes, tiene gente conocida que evitan estos procedimientos.
Baion, aparte de ser
entrenador del equipo de béisbol mencionado, es entrenador de la selección de
la ciudad que participa en los diferentes campeonatos nacionales; él mismo
selecciona a los jóvenes y niños que, con sus habilidades avanzadas, van y
participan en las competencias. Cuando Andrés tenía nueve años, él lo
seleccionó para que formara parte de la selección que jugará en Copa de Platino, una contienda donde
participan selecciones de diferentes estados.
Pero
hace unos años, un problema se desató entre Baion y los padres de Andrés, y es
que estos descubrieron que el profesor hablaba mal del niño con la finalidad de
perjudicarlo y no seleccionarlo para los siguientes campeonatos, cuestión que
molestó mucho a Alexandra y Gabriel, los padres, porque la propia organización
que coordina los diferentes equipos de béisbol menor del país, ha entregado
varios reconocimientos a Andrés por varias actuaciones durante su desarrollo en
la pelota: Campeón Dobles, Líder Pitcher Efectividad, Líder Dobles, Campeón
Tercera Base y Líder Bate.
Pero Andrés sigue
desempeñándose en el béisbol menor, hoy en día juega para un equipo llamado Flyers, donde el sábado 26 de mayo de
2012, le tocó jugar contra el equipo que Jhon lidera, Foxs en el marco de los Playoff
de la temporada 2011-2012, etapa donde comienzan a eliminarse los equipos entre
ellos mismos.
***El día del juego***
El desayuno ya se hizo y
se comió también, ya Andrés y el resto de la familia, se desplazaron hacia el
polideportivo al suroeste de la ciudad. El juego fue pautado para las 12 del
mediodía.
Al
llegar al sitio, estacionaron la camioneta, y de allí caminaros unos 300 metros hacia los
campos. El Polideportivo donde juega Andrés es una extensión de terreno que
cuenta con tres campos de béisbol donde juegan los equipos de las diferentes
categorías de la organización de béisbol menor. Es un lugar que está descuidado
por las autoridades, rejas caídas, montañas de basura, insectos, monte y pozos
de agua contaminada, son las que hacen que el sitio tenga un mal aspecto, pero
a los niños y sus representantes no le quedan de otra, pues estos llevan más de
ocho años descuidados y esperando una solución por parte del Gobierno.
Llegaron
finalmente a los terrenos, se quedaron observando apoyados de una reja que
bordea el campo de béisbol más grande como se desarrollaban los otros juegos de
las otras categorías. Por un lado, en el campo izquierdo, los niños
“semillitas” jugaban mientras sus padres alrededor de la reja que demarca el
diamante los apoyaban con aplausos, barras y consignas que eran interpretadas
con gritos y con envases de refrescos vacíos con piedras adentro, pues este
polideportivo no tiene más nada sino tres rejas que demarcan los tres campos de
pelota. Por otro lado, en el campo derecho, los niños de categorías medianas con
la misma situación, al igual que en el campo central, donde juegan los de
categoría juvenil, la misma categoría donde juega Andrés, con niños de entre 14
y 16 años.
Todos
estaban jugando bajo un sol que con sus rayos castigaba y azotaba a todos los
presentes, los únicos techos que hay son los dogout donde los niños guardan sus pertenencias, de resto, los
padres deben lidiar con paraguas, carpas, toldos, y a los que la suerte no los
acompaña, cartón y bolsas oscuras.
Al
fondo, 60 metros
aproximadamente, y detrás del home
del campo central, pudimos ver en una pequeña área libre, al resto del equipo
donde Andrés juega, conversando y riendo entre ellos, contando chistes y
compartiendo las divertidas cosas que han hecho a lo largo de la semana, Andrés
se acercó a ellos y comenzaron a calentar para el juego que iniciaba en 15
minutos.
Mientras entrenaban, por
el dogout izquierdo llegó Baion,
quien se percató de la presencia de Andrés y de inmediato, comenzó a comandar
los calentamientos de los niños que conforman su equipo.
Pasaron los 15 eternos
minutos, al fondo del campo, en una pequeña abertura que tiene la reja en el
jardín central, se acercaron los dos árbitros que supervisaron el juego.
-¡A la raya! –gritó el
árbitro principal.
De inmediato los
peloteros corrieron y se formaron, los del equipo de Flyers se ubicaron en la raya que va desde home a primera base, y los de Foxs
en la que va desde el plato hasta tercera base, todo esto para cumplir una
normativa que hace que los niños deben saludarse como señal de respeto al
iniciar y al terminar el encuentro; se saludaron y de inmediato los de Foxs corrieron a sus posiciones de
defensiva, ya que fueron seleccionados como equipo home club.
***¡Play ball!***
Comenzó a batear el
equipo de Flyers, con Soto quien fue
ponchado por una recta de 82
millas por hora del pitcher abridor Plaza. Luego siguió
Silva, segundo bateador, quien proyectó la bola por tercera base y finalmente
este disparó a primera haciendo el segundo out
del primer inning, llegó el turno de
Andrés, tercer bateador.
El entrenador de Foxs hizo una señal al catcher para que la refleje al pitcher,
en lo que este hizo el lanzamiento, sonó la mascota marcando el primer strike, Baion felicitó al pitcher, y
repitió la misma seña que provocó el segundo strike, luego el tercero y así el cierre de la primera parte del
primer inning con el tercer out.
Andrés regresó al dogout molesto mientras que en el otro
extremo del diamante, Jhon celebraba el ponche junto con los representantes del
equipo.
Se realizó el cambio del
campo, ahora los de Boston le tocaba
la defensiva mientras Atléticos la
ofensiva, Baion reunió al equipo para dar las estrategias para anotar puntos,
los equipos se prepararon y comenzó la segunda ronda, el cierre del primer inning.
Esta vez pitchó Soto,
Andrés por su parte cubría campo corto. Rodríguez es el primer bateador del
equipo de Atléticos, quien con un hit, hizo un doble.
El siguiente al bate fue
Mendoza, despidió la bola al fondo del campo marcando dos rayitas al pizarrón y
una sonrisa amplia a Baion, que inició una celebración junto con su grupo y los
representantes, cosa que puso muy mal de ánimo a los de Flyers.
Pasó el inning al igual que las burlas de Baion
y su gente, hasta que finalmente Flyers logró
hacer los tres outs (un dobleplay y
un ponche) y el cierre del primer inning,
al igual que esto, pasaron las emociones y también las jugadas, de repente se
volteó la tortilla y Flyers logró
marcar con esfuerzo 6 rayas en la pizarra.
Las burlas de Baion se
convirtieron en molestias y estrategias para anotar más puntos en contra del
equipo de Andrés, por su parte, ha desarrollado durante el juego turnos de
ponches y out en base, por supuesto
acompañado de celebraciones de Baion a pesar de que este perdía por cuatro
puntos de ventaja.
***El final***
Quinto inning, a punto de terminar el juego, el
marcador mostraba 6 a
4 a favor
de Flyers, que no pudo hacer más
carreras en su último turno, al cambio del campo, el entrenador de este equipo,
asignó a Andrés como pitcher cerrador, Baion comenzó a hacer gestos de burla,
preparó igualmente a su equipo para anotar puntos y ver la posibilidad de
empatar, pero Andrés no prestó atención y se concentró en su trabajo; se ubicó
en el punto central del diamante, miró la mascota que acompañaba a su primer
bateador y con su brazo derecho proyectó la bola al plato.
-¡Strike uno! –gritó el árbitro.
El bateador se quedó en
posición, impresionado de que el primer lanzamiento haya sido una posibilidad
menos de hacer un buen turno, por otra parte los espectadores celebraron el lanzamiento y comenzaron
a acercarse a la reja que limita el terreno de juego para ver más de cerca.
Andrés recibió la pelota, se quitó la gorra, y dio una vuelta sobre el
montículo.
-¡Vamos hijo! –gritó
Alexandra-, ¡tranquilo que tu puedes!
Andrés se colocó su
gorra, la sombra que generaba la misma le cubría los ojos, cerró un poco las
pestañas, visualizó la mascota, se colocó el guante en la parte baja de su cara
para que le cubriera su boca y nariz, con su mano derecha sostenía la pelota,
inclinó su cuerpo hacia delante y recibió la seña de su compañero.
¡Pow!,
sonó la mascota del receptor como una alfombra pesada que con fuerza impacta
contra el suelo.
-¡Strike
dos! –anunció el árbitro.
La
tensión iba aumentando en Baion, le gritó al niño desde el punto de coach de tercera base como si fuera
culpable de los dos lanzamientos. El bateador se volteó hacia el home y se colocó en posición.
Andrés
por su parte recibió nuevamente la bola de su compañero, observó como Baion
regañaba al infante mientras masticaba un chicle, quitó la mirada, escupió y se
instaló en su punto, recibió nuevamente la seña y ejecutó el lanzamiento.
¡Strike
tres! –aclaró el principal-, ¡Fuera!
Quedó
marcado el primer out del último inning, los padres con alegría
celebraron con pitos, envases de refrescos con piedras adentro y aplausos. Baion
esperó al niño en el dogout y cuando
llegó, le dio un intenso regaño.
Se
preparó el segundo bateador y esperó la pelota por parte del pitcher. Andrés
pidió cambio de pelota y se preparó para un nuevo lanzamiento y realizó sus
movimientos.
¡Strike
uno! –a gritó el umpire.
Nuevamente
los padres celebraron, Baion repitió el mismo regaño que dio al jugador
anterior. Andrés recibió la bola, dio una vuelta alrededor del montículo
nuevamente y disparó.
¡Strike
dos! –repitió el hombre.
Los
padres de Flyers cada vez más alegres
y tensos a la vez, este podría ser un momento único en la historia del equipo.
¡Strike
tres! –dijo el mediador-, ¡ponchado!
La
emoción que se produjo en la barra del equipo de Andrés llamó la atención del
resto de las personas quienes veían otros juegos en los otros campos, unos se acercaron
a ver que sucedía.
El
plato recibió a quien podría ser el último bateador del juego, todo depende de
él si el equipo puede hacer algo productivo, o dejar el marcador intacto.
Andrés
cada vez más emocionado, miraba a Baion para ver que hacía y lo único que veía
era como regañaba a sus contrincantes; quitó la mirada y observó listo el home del campo, tenía ya a su bateador
en posición, se preparó nuevamente y ejecutó.
¡Strike
uno! –habló nuevamente el árbitro principal.
El
pitcher recibió su pelota y evitando que el ruido del la voz de Baion regañando
a su bateador lo perturbara, lanzó la pelota otra vez.
¡Strike
dos! –el interventor aclaró.
La
gente se acercó más a la reja, algunas personas no podían ver por la cantidad
de personas que obstaculizaban la visión al terreno de juego, las barras
apoyaban al pitcher con más fuerza y emoción.
¡Vamos
hijo que tú puedes! –repitió la mamá.
¡Dale
Andrés! –se escuchó a lo lejos la voz de un señor- ¡pónchalo de una vez!
Mensajes
de apoyo al lanzador provenían de varios puntos del terreno, este por su parte,
se concentró en la mascota que sostenía su receptor y que su bateador
acompañaba.
El
niño hizo sus movimientos, esta vez más fuerte, la pelota fue directamente al
plato.
¡Clop!,
sonó el bate que pegó la bola e hizo que volara hacia el jardín izquierdo, las
miradas veían la pelota despidiéndose del terreno de juego, el bateador se
convirtió en corredor que iba ya a primera base acompañado de aplausos de su
equipo y Baion, el resto del público veía como la pelota se hacía más pequeña
por la altura y distancia que ganaba en dirección hacia el límite del campo, el
jugador que cubría esta área con su mirada puesta en el objeto corría para
capturarlo.
¡Uff!
–gritó el público cuando observó que la pelota cayó de foul en la raya izquierda, el bateador se devolvió al plato y
sostuvo su bate de nuevo.
Baion
no lo podía creer, se colocó las manos en la cara y las bajó mientras estiraban
sus pestañas, nariz y boca.
Andrés
agarró una nueva pelota, se quitó la gorra y dio una vuelta más alrededor del
montículo.
¡Dale
Andrés! –gritó una madre por el otro extremo del campo- ¡dale papá!, ¡tranquilo
que no ha pasado nada!
Andrés
se concentró nuevamente en su trabajo, se colocó la gorra, y comenzó a reinar
el silencio.
Su
pierna izquierda que tenía hacia el home,
se recogió y se alzó hacia su pecho, sus brazos sostenían su guante y pelota, el
brazo derecho comenzó a ganar altura y formó la curva para proyectar la bola al
plato, la pelota despidió la mano y tomó dirección hacia el bateador.
Los
representantes en silencio observaban detalladamente los movimientos que se
hacían lentos por la tensión, ligaban que el bateador no le pegara.
El
punto se desplazó desde el montículo hasta el plato, pasó por el cuerpo del
bateador, a la altura del abdomen, y por escasos milímetros, no tocó el bate
que en pocos milisegundos pasó de estar, del hombro derecho del bateador, al
izquierdo.
¡Strike
tres!, ¡Ponchado! –afirmó el arbitro marcando el final del juego.
Andrés
cerró con el triple ponche, los muchachos se acercaron y celebraron con él la
victoria, mientras que por otro lado, Baion muy rabioso reunió a sus peloteros
y comenzó a darle un intenso y fuerte regaño por la derrota, recogió sus
pertenencias y abandonó el polideportivo.