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viernes, 6 de julio de 2012

Dos Ponchados en Tres Strikes


¡saludos mis amigos! hoy comparto con ustedes un nuevo espacio dentro de mi blog, en el que compartiré con ustedes un poco de literatura de mi propia autoridad, hoy les presento mi primera obra para compartir con ustedes, apostando un poco a la crónica, espero y les guste. 
 
Dos Ponchados en Tres Strikes
El sol ya dijo “¡estoy aquí!”, amaneció y en casa de Andrés, al sur, se estaba preparando todo para ir al Polideportivo, lugar donde tendrá un juego de béisbol contra el equipo que dirige un hombre a quien le ha hecho su carrera deportiva difícil, Baion.
El profesor Baion, es una persona cuestionada por el resto de los equipos de la Liga de Béisbol, ya que hace trampas, sobornos y sobre todo, trata muy mal a los niños, tanto así, que el docente tiene varias denuncias y estas no proceden porque, así lo afirman los representantes, tiene gente conocida que evitan estos procedimientos.
Baion, aparte de ser entrenador del equipo de béisbol mencionado, es entrenador de la selección de la ciudad que participa en los diferentes campeonatos nacionales; él mismo selecciona a los jóvenes y niños que, con sus habilidades avanzadas, van y participan en las competencias. Cuando Andrés tenía nueve años, él lo seleccionó para que formara parte de la selección que jugará en Copa de Platino, una contienda donde participan selecciones de diferentes estados.
            Pero hace unos años, un problema se desató entre Baion y los padres de Andrés, y es que estos descubrieron que el profesor hablaba mal del niño con la finalidad de perjudicarlo y no seleccionarlo para los siguientes campeonatos, cuestión que molestó mucho a Alexandra y Gabriel, los padres, porque la propia organización que coordina los diferentes equipos de béisbol menor del país, ha entregado varios reconocimientos a Andrés por varias actuaciones durante su desarrollo en la pelota: Campeón Dobles, Líder Pitcher Efectividad, Líder Dobles, Campeón Tercera Base y Líder Bate.
Pero Andrés sigue desempeñándose en el béisbol menor, hoy en día juega para un equipo llamado Flyers, donde el sábado 26 de mayo de 2012, le tocó jugar contra el equipo que Jhon lidera, Foxs en el marco de los Playoff de la temporada 2011-2012, etapa donde comienzan a eliminarse los equipos entre ellos mismos.
 ***El día del juego***
El desayuno ya se hizo y se comió también, ya Andrés y el resto de la familia, se desplazaron hacia el polideportivo al suroeste de la ciudad. El juego fue pautado para las 12 del mediodía.
            Al llegar al sitio, estacionaron la camioneta, y de allí caminaros unos 300 metros hacia los campos. El Polideportivo donde juega Andrés es una extensión de terreno que cuenta con tres campos de béisbol donde juegan los equipos de las diferentes categorías de la organización de béisbol menor. Es un lugar que está descuidado por las autoridades, rejas caídas, montañas de basura, insectos, monte y pozos de agua contaminada, son las que hacen que el sitio tenga un mal aspecto, pero a los niños y sus representantes no le quedan de otra, pues estos llevan más de ocho años descuidados y esperando una solución por parte del Gobierno.
            Llegaron finalmente a los terrenos, se quedaron observando apoyados de una reja que bordea el campo de béisbol más grande como se desarrollaban los otros juegos de las otras categorías. Por un lado, en el campo izquierdo, los niños “semillitas” jugaban mientras sus padres alrededor de la reja que demarca el diamante los apoyaban con aplausos, barras y consignas que eran interpretadas con gritos y con envases de refrescos vacíos con piedras adentro, pues este polideportivo no tiene más nada sino tres rejas que demarcan los tres campos de pelota. Por otro lado, en el campo derecho, los niños de categorías medianas con la misma situación, al igual que en el campo central, donde juegan los de categoría juvenil, la misma categoría donde juega Andrés, con niños de entre 14 y 16 años.
            Todos estaban jugando bajo un sol que con sus rayos castigaba y azotaba a todos los presentes, los únicos techos que hay son los dogout donde los niños guardan sus pertenencias, de resto, los padres deben lidiar con paraguas, carpas, toldos, y a los que la suerte no los acompaña, cartón y bolsas oscuras.
            Al fondo, 60 metros aproximadamente, y detrás del home del campo central, pudimos ver en una pequeña área libre, al resto del equipo donde Andrés juega, conversando y riendo entre ellos, contando chistes y compartiendo las divertidas cosas que han hecho a lo largo de la semana, Andrés se acercó a ellos y comenzaron a calentar para el juego que iniciaba en 15 minutos.
Mientras entrenaban, por el dogout izquierdo llegó Baion, quien se percató de la presencia de Andrés y de inmediato, comenzó a comandar los calentamientos de los niños que conforman su equipo.
Pasaron los 15 eternos minutos, al fondo del campo, en una pequeña abertura que tiene la reja en el jardín central, se acercaron los dos árbitros que supervisaron el juego.
-¡A la raya! –gritó el árbitro principal.
De inmediato los peloteros corrieron y se formaron, los del equipo de Flyers se ubicaron en la raya que va desde home a primera base, y los de Foxs en la que va desde el plato hasta tercera base, todo esto para cumplir una normativa que hace que los niños deben saludarse como señal de respeto al iniciar y al terminar el encuentro; se saludaron y de inmediato los de Foxs corrieron a sus posiciones de defensiva, ya que fueron seleccionados como equipo home club.
***¡Play ball!***
Comenzó a batear el equipo de Flyers, con Soto quien fue ponchado por una recta de 82 millas por hora del pitcher abridor Plaza. Luego siguió Silva, segundo bateador, quien proyectó la bola por tercera base y finalmente este disparó a primera haciendo el segundo out del primer inning, llegó el turno de Andrés, tercer bateador.
El entrenador de Foxs hizo una señal al catcher para que la refleje al pitcher, en lo que este hizo el lanzamiento, sonó la mascota marcando el primer strike, Baion felicitó al pitcher, y repitió la misma seña que provocó el segundo strike, luego el tercero y así el cierre de la primera parte del primer inning con el tercer out.
Andrés regresó al dogout molesto mientras que en el otro extremo del diamante, Jhon celebraba el ponche junto con los representantes del equipo.
Se realizó el cambio del campo, ahora los de Boston le tocaba la defensiva mientras Atléticos la ofensiva, Baion reunió al equipo para dar las estrategias para anotar puntos, los equipos se prepararon y comenzó la segunda ronda, el cierre del primer inning.
Esta vez pitchó Soto, Andrés por su parte cubría campo corto. Rodríguez es el primer bateador del equipo de Atléticos, quien con un hit, hizo un doble.
El siguiente al bate fue Mendoza, despidió la bola al fondo del campo marcando dos rayitas al pizarrón y una sonrisa amplia a Baion, que inició una celebración junto con su grupo y los representantes, cosa que puso muy mal de ánimo a los de Flyers.
Pasó el inning al igual que las burlas de Baion y su gente, hasta que finalmente Flyers logró hacer los tres outs (un dobleplay y un ponche) y el cierre del primer inning, al igual que esto, pasaron las emociones y también las jugadas, de repente se volteó la tortilla y Flyers logró marcar con esfuerzo 6 rayas en la pizarra.
Las burlas de Baion se convirtieron en molestias y estrategias para anotar más puntos en contra del equipo de Andrés, por su parte, ha desarrollado durante el juego turnos de ponches y out en base, por supuesto acompañado de celebraciones de Baion a pesar de que este perdía por cuatro puntos de ventaja.
***El final***
Quinto inning, a punto de terminar el juego, el marcador mostraba 6 a 4 a favor de Flyers, que no pudo hacer más carreras en su último turno, al cambio del campo, el entrenador de este equipo, asignó a Andrés como pitcher cerrador, Baion comenzó a hacer gestos de burla, preparó igualmente a su equipo para anotar puntos y ver la posibilidad de empatar, pero Andrés no prestó atención y se concentró en su trabajo; se ubicó en el punto central del diamante, miró la mascota que acompañaba a su primer bateador y con su brazo derecho proyectó la bola al plato.
-¡Strike uno! –gritó el árbitro.
El bateador se quedó en posición, impresionado de que el primer lanzamiento haya sido una posibilidad menos de hacer un buen turno, por otra parte los espectadores celebraron el lanzamiento y comenzaron a acercarse a la reja que limita el terreno de juego para ver más de cerca. Andrés recibió la pelota, se quitó la gorra, y dio una vuelta sobre el montículo.
-¡Vamos hijo! –gritó Alexandra-, ¡tranquilo que tu puedes!
Andrés se colocó su gorra, la sombra que generaba la misma le cubría los ojos, cerró un poco las pestañas, visualizó la mascota, se colocó el guante en la parte baja de su cara para que le cubriera su boca y nariz, con su mano derecha sostenía la pelota, inclinó su cuerpo hacia delante y recibió la seña de su compañero.
            ¡Pow!, sonó la mascota del receptor como una alfombra pesada que con fuerza impacta contra el suelo.
            -¡Strike dos! –anunció el árbitro.
            La tensión iba aumentando en Baion, le gritó al niño desde el punto de coach de tercera base como si fuera culpable de los dos lanzamientos. El bateador se volteó hacia el home y se colocó en posición.
            Andrés por su parte recibió nuevamente la bola de su compañero, observó como Baion regañaba al infante mientras masticaba un chicle, quitó la mirada, escupió y se instaló en su punto, recibió nuevamente la seña y ejecutó el lanzamiento.
            ¡Strike tres! –aclaró el principal-, ¡Fuera!
            Quedó marcado el primer out del último inning, los padres con alegría celebraron con pitos, envases de refrescos con piedras adentro y aplausos. Baion esperó al niño en el dogout y cuando llegó, le dio un intenso regaño.
            Se preparó el segundo bateador y esperó la pelota por parte del pitcher. Andrés pidió cambio de pelota y se preparó para un nuevo lanzamiento y realizó sus movimientos.
            ¡Strike uno! –a gritó el umpire.
            Nuevamente los padres celebraron, Baion repitió el mismo regaño que dio al jugador anterior. Andrés recibió la bola, dio una vuelta alrededor del montículo nuevamente y disparó.
            ¡Strike dos! –repitió el hombre.
            Los padres de Flyers cada vez más alegres y tensos a la vez, este podría ser un momento único en la historia del equipo.
            ¡Strike tres! –dijo el mediador-, ¡ponchado!
            La emoción que se produjo en la barra del equipo de Andrés llamó la atención del resto de las personas quienes veían otros juegos en los otros campos, unos se acercaron a ver que sucedía.
            El plato recibió a quien podría ser el último bateador del juego, todo depende de él si el equipo puede hacer algo productivo, o dejar el marcador intacto.
            Andrés cada vez más emocionado, miraba a Baion para ver que hacía y lo único que veía era como regañaba a sus contrincantes; quitó la mirada y observó listo el home del campo, tenía ya a su bateador en posición, se preparó nuevamente y ejecutó.
            ¡Strike uno! –habló nuevamente el árbitro principal.
            El pitcher recibió su pelota y evitando que el ruido del la voz de Baion regañando a su bateador lo perturbara, lanzó la pelota otra vez.
            ¡Strike dos! –el interventor aclaró.
            La gente se acercó más a la reja, algunas personas no podían ver por la cantidad de personas que obstaculizaban la visión al terreno de juego, las barras apoyaban al pitcher con más fuerza y emoción.
            ¡Vamos hijo que tú puedes! –repitió la mamá.
            ¡Dale Andrés! –se escuchó a lo lejos la voz de un señor- ¡pónchalo de una vez!
            Mensajes de apoyo al lanzador provenían de varios puntos del terreno, este por su parte, se concentró en la mascota que sostenía su receptor y que su bateador acompañaba.
            El niño hizo sus movimientos, esta vez más fuerte, la pelota fue directamente al plato.
            ¡Clop!, sonó el bate que pegó la bola e hizo que volara hacia el jardín izquierdo, las miradas veían la pelota despidiéndose del terreno de juego, el bateador se convirtió en corredor que iba ya a primera base acompañado de aplausos de su equipo y Baion, el resto del público veía como la pelota se hacía más pequeña por la altura y distancia que ganaba en dirección hacia el límite del campo, el jugador que cubría esta área con su mirada puesta en el objeto corría para capturarlo.

            ¡Uff! –gritó el público cuando observó que la pelota cayó de foul en la raya izquierda, el bateador se devolvió al plato y sostuvo su bate de nuevo.
            Baion no lo podía creer, se colocó las manos en la cara y las bajó mientras estiraban sus pestañas, nariz y boca.
            Andrés agarró una nueva pelota, se quitó la gorra y dio una vuelta más alrededor del montículo.
            ¡Dale Andrés! –gritó una madre por el otro extremo del campo- ¡dale papá!, ¡tranquilo que no ha pasado nada!
            Andrés se concentró nuevamente en su trabajo, se colocó la gorra, y comenzó a reinar el silencio.
            Su pierna izquierda que tenía hacia el home, se recogió y se alzó hacia su pecho, sus brazos sostenían su guante y pelota, el brazo derecho comenzó a ganar altura y formó la curva para proyectar la bola al plato, la pelota despidió la mano y tomó dirección hacia el bateador.
            Los representantes en silencio observaban detalladamente los movimientos que se hacían lentos por la tensión, ligaban que el bateador no le pegara.
            El punto se desplazó desde el montículo hasta el plato, pasó por el cuerpo del bateador, a la altura del abdomen, y por escasos milímetros, no tocó el bate que en pocos milisegundos pasó de estar, del hombro derecho del bateador, al izquierdo.
            ¡Strike tres!, ¡Ponchado! –afirmó el arbitro marcando el final del juego.
            Andrés cerró con el triple ponche, los muchachos se acercaron y celebraron con él la victoria, mientras que por otro lado, Baion muy rabioso reunió a sus peloteros y comenzó a darle un intenso y fuerte regaño por la derrota, recogió sus pertenencias y abandonó el polideportivo.

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